Depresión mental más común de lo pensado

 Depresión mental más común de lo pensado

Aunque la  depresión se presenta en ambos géneros, se calcula que una de cada cuatro mujeres sufre este trastorno en algún momento de su vida.

En la mayoría de las personas, estos episodios son relativamente breves, con duración que va de semanas a un año; sin embargo, en caso de no tratarse en forma adecuada, un 30% de estos casos puede evolucionar hacia una depresión crónica que entorpece la calidad de vida de la persona y la imposibilita a llevar una convivencia normal.

La depresión puede desarrollarse a cualquier edad, en especial entre los jóvenes, y se sospecha que este trastorno es un factor importante en el alto índice de suicidios, que representa la tercera causa de muerte en personas de 15 a 24 años de edad.

La depresión ocurre a una tasa más elevada entre personas que sufren alguna enfermedad orgánica grave, como ciertas enfermedades del corazón, embolia cerebral, cáncer, SIDA, diabetes o Parkinson, entre otras.

Es labor del médico insistir con el enfermo para que no desista del tratamiento y que continúe al menos durante cuatro a nueve meses, a fin de evitar una recaída.

Palabras clave: depresión, frecuencia, distimia, manía

Summary

Although depression occurs in both genders, it is estimated that one in four women suffer from this disorder at some point in their lives.

In most people, these episodes are relatively brief, lasting from weeks to a year; however, if not treated properly, 30% of these cases can evolve into a chronic depression that hinders the quality of life of the person and makes it impossible to lead a normal coexistence.

Depression can develop at any age, especially among young people, and it is suspected that this disorder is an important factor in the high suicide rate, which represents the third cause of death in people aged 15 to 24 years.

Depression occurs at a higher rate among people who suffer from some serious organic disease, such as certain heart diseases, stroke, cancer, AIDS, diabetes or Parkinson’s, among others. It is the doctor’s job to insist on the patient so that he does not give up the treatment and to continue for at least four to nine months, in order to avoid a relapse.

Keywords: depression, frequency, dysthymia, mania

Por: Dr. Marco Antonio Tovar 

Editor médico

Universidad Nacional Autónoma de México

Todas las personas tenemos días en los que se sentimos como si el mundo estuviera pintado de gris.

A esto se le llama sentirse deprimido y, por fortuna, esta percepción se desvanece, en términos generales, en un periodo que puede ser breve, sobre todo al exponerse a la luz o a los rayos del sol.

Infortunadamente esto no sucede igual en el grupo de enfermedades que desde el punto de vista clínico se define como depresión; este es un proceso más largo y profundo que provoca cambios en el estado de ánimo, la conducta y el pensamiento, con frecuencia aunado a síntomas físicos graves, que no mejoran con la llegada inesperada de momentos agradables o cuando los amigos lo animan a ‘dejar de lado las preocupaciones’.

La depresión representa una de las enfermedades mentales más comunes y está enmarcada con una gran preocupación debido a la elevada frecuencia que registra a nivel mundial; sin embargo, desde una óptica positiva puede señalarse que se trata de un problema que tiene curación y puede tratarse en la mayoría de los casos de manera eficaz.

Se calcula que una de cada cuatro mujeres sufre depresión clínica en algún momento de su vida; en el caso de los varones, el índice –aunque menor- representa también un serio problema de salud pública (uno de cada 10 lo registra).

Sin embargo, es cuestionable si la depresión en realidad es menos común entre los varones, o la probabilidad de reconocer el trastorno, aceptarlo y buscar ayuda es menor entre varones, en comparación con las mujeres.

En grupos de discusión conducidos por el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (National Institute of Mental Health – NIMH) para determinar el grado de conciencia sobre la depresión, los varones describieron sus propios síntomas de depresión sin darse cuenta que estaban deprimidos.

Notoriamente, muchos no estaban conscientes que sus síntomas físicos (como dolores de cabeza, trastornos digestivos y dolor crónico), podrían estar relacionados con depresión.

Además, expresaron preocupación de consultar a un profesional de salud mental o de visitar una clínica de salud mental, porque pensaban que la gente se iba a enterar y esto podía afectar la seguridad de su empleo.

También temían que el ser clasificado con un diagnóstico de enfermedad mental les podría hacer perder el respeto de familiares y amigos.

En la mayoría de las personas, estos episodios son relativamente breves, con duración que va de semanas a un año; sin embargo, en caso de no tratarse en forma adecuada, un 30% de estos casos puede evolucionar hacia una depresión crónica que entorpece la calidad de vida de la persona y la imposibilita a llevar una convivencia normal.

También debe señalarse que la mitad de los casos que han padecido este trastorno, lo volverán a experimentar en algún otro momento.

Contrario a la idea generalizada que existe sobre la depresión clínica, es una entidad que puede desarrollarse a cualquier edad, en especial entre los jóvenes, y se sospecha que este trastorno es un factor importante en el alto índice de suicidios, que representa la tercera causa de muerte en personas de 15 a 24 años de edad (18% de todos los suicidios registrados en México, según el INEGI).

En el caso de los niños, comparados con los adultos, tienden a expresar este trastorno de manera diferente, en especial cuando asisten a la escuela primaria.

El niño que puede ser vivaz se vuelve irritable y se porta mal sin causa evidente. El preescolar, por el contrario, puede volverse indebidamente retraído, tranquilo e infeliz.

En la adolescencia muchos jóvenes se quejan de sentimientos de desamparo y devaluación.

Los niños y adolescentes con este problema pueden presentar trastornos del sueño, así como renuencia para irse a acostar, y despiertan por la noche con frecuencia. Además, son jóvenes aislados, que encuentran en los aparatos electrónicos, como teléfonos y tabletas, una distracción de sus problemas.

La tercera edad es otro grupo de pacientes en los que la depresión es común. Puede coexistir con otras alteraciones orgánicas –incluso con la enfermedad de Alzheimer, considerada como una demencia senil- por lo que es labor del médico identificarla en forma oportuna, aislarla de otras patologías físicas o psicológicas, y tratarla en forma integral.

Existen varios tipos de depresión, de los cuales tres son los más representativos. El primero de ellos, la depresión mayor, conlleva manifestaciones particulares.

Durante semanas, la persona con depresión puede presentar trastornos alimenticios y de sueño, pérdida del apetito y de peso, y despierta temprano por la mañana.

Para él, pierden su atractivo las actividades que antes le producían placer, e incluso las habituales. Quien sufre depresión mayor no se entusiasma por nada y vacila en lugar de tomar decisiones.

Todo le parece negativo. El futuro se ve tan lúgubre como el presente, todo va mal y él se siente estrictamente el responsable de todo.

Los sentimientos de inutilidad son casi abrumantes y el suicidio, como se comentó antes, puede ser un pensamiento recurrente. Un episodio de depresión mayor puede ocurrir sólo una vez; pero más comúnmente, ocurrirán varios episodios en el transcurso de la vida.

Por otro lado, la distimia (o trastorno distímico) incluye síntomas de larga duración que no incapacitan seriamente, pero obstaculizan que el paciente funcione o se sienta bien. Muchas personas con distimia también experimentan episodios de depresión mayor en algún momento de sus vidas.

El tercer tipo de depresión es el trastorno bipolar (o enfermedad maniaco-depresiva), que se caracteriza por ciclos o cambios en el humor, que va de anormalmente alto (manía) a bajo (depresión), frecuentemente con periodos alternados de humor normal entre estos ciclos.

En la fase maniaca, la persona suele ser hiperactiva y sentirse imbatible; infortunadamente, quienes padecen este trastorno pueden mostrarse muy irritables y mostrar una carencia devastadora de juicio (p.ej., le indican a su jefe dónde ir, su cónyuge los puede sorprender vaciando la cuenta del banco para adquirir productos o servicios innecesarios –como un gran piano que nadie sabe tocar); sin embargo, cuando están en su otra fase presentan síntomas profundos de depresión.

Además de estos tres trastornos depresivos importantes hay otras variaciones menos comunes, como el llamado trastorno afectivo estacional o SAD (Seasonal Affective Disorder) que se presenta durante el otoño y finaliza en primavera.

Otra variedad es la depresión somatizante, en la cual predominan síntomas físicos pero no pueden encontrarse causas para ello.

Debe destacarse también que la depresión puede coexistir con diversas alteraciones orgánicas y psíquicas, por lo cual el médico debe tratar de diferenciar y tratar en forma adecuada estas asociaciones. Por ejemplo, los trastornos de ansiedad comúnmente acompañan a la depresión.

Estos incluyen al trastorno de estrés postraumático (PSTD), trastornos obsesivos compulsivos, trastorno de pánico, fobias sociales, y trastorno de ansiedad generalizada.

La depresión es frecuente en especial entre personas con PSTD, una alteración que puede ocurrir después de la exposición a un suceso terrible o experiencia penosa en la que ocurre o hubo amenaza de daño físico. Los sucesos traumáticos que puede precipitar el PTSD incluyen asalto personal violento, como violación sexual, atraco, desastres naturales, accidentes, terrorismo y combates militares.

También es frecuente en personas que tienen problemas adictivos a sustancias (alcoholismo y drogadicción).

Se ha comprobado que los alcohólicos tienen una frecuencia doble de depresión de aquellas personas que no consumen bebidas alcohólicas.

También hay fármacos que pueden desencadenar depresión, como es el caso de algunos antihipertensivos o betabloqueadores.

La depresión ocurre a una tasa más elevada entre personas que sufren alguna enfermedad orgánica grave, como ciertas enfermedades del corazón, embolia cerebral, cáncer, SIDA, diabetes o Parkinson, entre otras.

En ocasiones los síntomas depresivos se consideran erróneamente como acompañantes inevitables de estas enfermedades.

Sin embargo, diversas investigaciones han demostrado que la depresión concurrente puede y debe ser tratada, y que en muchos casos su adecuado manejo puede mejorar los resultados de las otras enfermedades.

El primer paso para obtener tratamiento para la depresión es un examen físico realizado por el médico tratante.

Debe insistirse que ciertos medicamentos, al igual que algunas alteraciones clínicas como las infecciones virales, trastornos de la tiroides o bajos niveles de testosterona, pueden causar síntomas similares a la depresión.

Si no se encuentra ninguna causa física que explique los síntomas depresivos, se debe realizar una evaluación psicológica o referir al paciente con un especialista en salud mental.

La selección del tratamiento dependerá del diagnóstico, gravedad de los síntomas y preferencia del paciente.

Existen diversas opciones terapéuticas, incluyendo medicamentos que han probado ser altamente eficaces, y psicoterapias a corto plazo. En términos generales, la enfermedad depresiva grave, sobe todo aquella de tipo recurrente, requiere una combinación de tratamientos para obtener un mejor resultado.

Con frecuencia, los pacientes abandonan su medicación al sentir una mejoría notoria; es labor del médico insistir con el enfermo para que no desista de su esquema de tratamiento y que continúe al menos durante cuatro a nueve meses, a fin de evitar una recaída.

Los casos de trastorno bipolar y aquellos con depresión mayor o recurrente, en muchas ocasiones, deben tomar medicamentos en forma indefinida.

Otras opciones terapéuticas incluyen la ayuda profesional de psicólogos especialistas, la práctica sistemática de ejercicio, cambios en los hábitos alimenticios, programas especiales destinados a combatir la depresión (p.ej., técnicas de relajación), participación en grupos de apoyo y la ayuda de familiares y personas relacionadas con el paciente.

Bibliografía

  1. Mujeres y hombres en 2006. 10 años. 10ª edición. INEGI, México, 2006
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  4. Weissman MM, Wolk S, Goldstein RB, Moreau D, Adams P, Greenwald S, Klier CM, Ryan ND, Dahl RE, Wickramaratne P. Depressed adolescents grown up. Journal of the American Medical Association, 1999; 281(18):1701-13.
  5. Ryan ND, Puig-Antich J, Ambrosini P, Rabinovich H, Robinson D, Nelson B, Iyengar S, Twomey J. The clinical picture of major depression in children and adolescents. Archives of General Psychiatry, 1987; 44(10): 854-61.

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